Contenido desplegable

Lugar de enterramiento

Dovev

Fecha de fallecimiento

El Profeta Abdías

Un profeta cuyo libro de profecía (el Libro de Abdías) está incluido en la colección de doce libros breves de profecía llamada "Trei-Asar". El libro completo (que tiene sólo un capítulo) es una profecía sobre la caída del reino de Edom.

Y Ovadia termina con una descripción del reino completo de Dios para el futuro venidero, después de la salvación en el monte Sión y la ejecución del juicio sobre los edomitas, los hijos de Esaú, como está escrito (Ovadia 1, versículo 21): "Y los salvadores subieron al monte Sión para juzgar al monte Esaú, y el reino pertenecía a Dios." Este versículo se cita en la oración de la mañana todos los días al final de "Psuki-Dzimra", seguido de otro versículo que también describe el reino completo de Dios para el futuro venidero, en el que se dice (Zacarías 14:9): "Y Dios será rey sobre toda la tierra. En aquel día Dios será uno y su nombre será uno".

Allí vivía Tzedek de Edom, de los descendientes de Elifaz (nieto de nuestro padre Itzjak).

Sirvió como administrador de la casa del rey Ajav.

Es uno de los 4 justos que testificó de ellos desde el cielo que temía a Dios, cuando Ajav vino a Abdías alegando que no había bendición en su casa para él como lo fue con Jacob cuando se quedó en casa de Labán y con José en casa de Potifar, Bat Kol salió y declaró: "Y sus siervos temerían. El Señor es muy..." (Sanhedrín 39:1).

Ayudó a 100 profetas a escapar de Izevel (la esposa de Ajav) quien mató a todos los verdaderos profetas. Escondieron a 50 profetas en dos cuevas de cada cueva y les proporcionaron agua y comida, gracias a este acto se le dio el espíritu de profecía. Como era pobre y se rebeló y no quería tomar las posesiones de Ajav que fueron robadas para alimentar a los 100 profetas, pidió dinero prestado al hijo de Ajav (Yehoram) y después de su partida, los soldados del rey (Yehoram) fueron a casa de su esposa y amenazó con llevar a sus dos hijos como esclavos a Joram si no se pagaba la deuda dejada por sus sirvientes. Uno de los 100 profetas que escondió a sus sirvientes fue el profeta Eliseo, y cuando se enteró, le aconsejó que le prestara vasijas, para verter en ellas el poco aceite que tenía en su casa, haría un milagro para ella y el petróleo fluiría como un manantial hasta que se acabaran los recipientes y entonces podría vender el petróleo, pagar la deuda y vivir en paz.

Antes de morir enfermó y le dijo a su esposa que el Santo, bendito sea, le prometió mantener a sus dos hijos y a su viuda.