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Lugar de enterramiento

Jerusalén

Fecha de fallecimiento

20 Jeshvan

El Mekubal Rab Mordejai Sharabi

Nacido en Yemen, antes de su nacimiento su padre murió el siete de Pesaj y dos años después su madre también murió el siete de Pesaj. Creció en la casa de su abuelo en condiciones de pobreza bajo la amenaza del "decreto de los huérfanos": convertir a todos los niños judíos huérfanos a la religión del Islam.

Era evidente que tenía talentos especiales y su abuelo le regaló una placa de plata con santos nombres para su protección y éxito. Día y noche estudiaba la Torá, el Talmud de Babilonia, los comentarios del primero y del último, repetía cada estudio 60 veces o más.

A pesar de ser un gran Istanis, se aseguraba de sumergirse en la mikve todos los días, incluso cuando el agua apestaba. A la edad de 15 años pasó con éxito una prueba con los sabios de su ciudad. Se hizo famoso por su conocimiento de la Mishná, las cuatro partes del Shulján Aruj y el Rambam, y a pesar de las maneras de respeto que se le brindaban, no era orgulloso, seguía trabajando en la perfección de su moral, la abolición del egoísmo y del amor a Israel. Ayunó y ayunó, durmió poco, durante 6 años consecutivos, ayunó desde la tarde del Shabat hasta la noche del Shabat y estudió la Torá de los Revelados y los Ocultos. En el séptimo año dejó su costumbre de ayunar por toda la semana y de ahí en adelante se cumplió todo lo que decretó.

Tenía una memoria maravillosa y adquirió un inmenso dominio de la Cabalá, la sabiduría del rostro, la reencarnación, la astronomía y la medicina.

Cuando emigró a la Tierra de Israel vivió en Jaffa y luego se mudó a vivir a Jerusalén. Era conocido por su amor por todos los judíos, juzgaba que cada persona era justa y se dedicaba a enseñar Torá a niños y jóvenes sin recibir salario. Animaba a los niños y a los muchachos a aprender Halajot y Mishnaiot. Apoyó financiera y espiritualmente a los estudiantes que participaron en el estudio de lo oculto, en las lecciones halájicas y en la oración de la mañana en Bentz Hamma y cada mañana y tarde, después de terminar de dar una lección halájica, distribuía dinero a los participantes.

Habló duramente contra aquellos que se dedicaban a la Cabalá práctica y usaban los santos nombres y contra aquellos que impedían a sus estudiantes sumergirse en la mikve todos los días. Cuando los médicos lo obligaron a evitar la inmersión en la mikve, mantuvo la regla del Ari en su casa de lavarse las manos 40 veces con intenciones especiales.

Fundó la yeshivá Nahar-Shalom y enseñaba lo oculto antes del amanecer y por la tarde. Cada problema que surgía entre los estudiantes era explicado oralmente y rara vez pedía el libro 'El Zohar' y basándose en un pasaje del mismo explicaba las palabras del Ari.

Tenía cuidado de no hablar desde el momento en que entraba a la casa del trono hasta después del apretón de manos y la bendición de "Asher Yatzar". Los viernes y uno de los días del mes de la tribu hacía un “discurso rápido", siempre subía las escaleras con el pie derecho y bajaba con el izquierdo, mantenía las manos limpias, se lavaba las manos antes de cada bendición y bendecía cuando estaba sentado. Se aseguraba de observar la mitzvá de una cuarta comida en la noche de Shabat comiendo una palmadita.

Varias veces sufrió un infarto, padecía diabetes, hipertensión arterial, fracturas y enfermedades intestinales, por lo que se aseguraba de que su comida fuera fácil de digerir y todas las tardes y mañanas, antes de comer, comía dos cucharadas de fenogreco.

Enviaba fondos a la casa de los justos escondidos. Rechazó la oferta de los seguidores de Belz de regalarle una bonita y espaciosa villa y afirmó que estaría mejor en su sencillo apartamento.

Debido a la debilidad en ambas piernas a causa de su vejez, sus alumnos tuvieron que cargarlo en una silla. Cuando tenía dificultades para aprender de los libros, pedía a sus alumnos que trituraran delante de él el libro del Zohar, el Talmud de Babilonia y más, los repetía palabra por palabra y escuchaba las palabras de la Torá en cintas. En sus últimos años habló muy poco.